8/2/19

Hablo por los migrantes



Escribe: Aníbal Arredondo

Como en Internet hay tanto contenido disponible, hace poco colgaron una caricatura del país peruano en la que se veía la presencia de una humilde mujer vestida con uniforme  de trabajo (mesera, trabajadora de hogar en familia extranjera), y en paralelo a la foto aparece la misma mujer saliendo del aeropuerto Jorge Chávez empujando un trolley cargado de maletas, elegantemente vestida, tacones altos, cabellos teñidos, chaqueta de cuero. Toda una fina estampa. Al costado una frase “vete y no vuelvas” señalando el país de donde regresa.

Esta parodia burlesca y humillante  sobre la vida seria y delicada  de una persona  sacrificada  creo que procede de una persona con un mecanismo mental imperfecto, que según él o ella hace alegoría y filosofía, pensado que le admiren o hacerse de buena fama.
           
Si estudiáramos su comportamiento sabríamos de sus determinados extremos. Y como dice Hobbes llegaríamos a la conclusión de que  “El hombre es el lobo para el hombre”.  Quizá, este gracioso (a) con su ironía `pensó ascender a un escalafón intelectual  y social, enseñando sus dientes de lobo, creyendo que solo se trataba de una broma (propia de un ignorante). Este tipo de publicaciones solo  refleja  que en nuestro país subyace incluso más  el racismo y la xenofobia.

Todo el mundo sabe que emigrar es desplazarse para cambiar su lugar de residencia, dentro de un país y con frecuencia a países lejanos desarrollados, ya sea por un tiempo o de por vida, convirtiéndose en inmigrantes en el país de acogida.

Cierto que la emigración es desde nuestro país voluntaria, por decisión de  una persona, una familia, en busca de mejor vida, por falta de trabajo, por buscar mejor remuneración a su trabajo,  por unidad familiar, los mayores de edad para pasar una vejez digna, por las condiciones que los países desarrollados brindan a la gente de la tercera edad. Esta migración no es comparable con aquella obligada por guerras, problemas políticos, que es quizá  más dolorosa.

Los jóvenes profesionales, de nuestra patria y de otros países  de nuestro entorno,  que aspiran a mejores horizontes salen a desafiar a ese mundo que casi siempre ha sido injusta y hasta  brutal con ellos. ¡Y la gente de nuestro país no entiende por qué hay una fuga de intelectuales que deciden irse y no vuelven atrás!. Valerosos compiten, con el bagaje de una universidad  humilde,  con profesionales egresados de universidades de prestigio internacional que figuran en el ranking mundial. Y casi siempre triunfan gracias a su empeño e inteligencia, estos son los migrantes exitosos, que están de médicos en hospitales de Europa, de ingenieros en grandes obras, e incluso de empresarios.

No se puede mentir, diciendo, que sólo hay inmigrantes exitosos, hay quienes, que no avanzan mucho en sus nuevos países de residencia, por falta de una profesión o algo que avale un buen nivel de trabajo. Aun así viven mejor que en el lugar de donde proceden y esto justifica que cuando llegan a la capacidad de hacer dinero permanentemente remesan a su país para la manutención de sus familias.

 Estos migrantes con poca suerte tampoco dejan de ser consumistas, se preocupan por su buena presentación y sus muchos gustos como premio a su esforzado trabajo y adquieren  nuevas ideas, y con su  gran valor al haber salido con sabiduría y valentía a países muy lejanos donde gobiernan sus actos sin ser sabios y sin pensar o desperdiciar su tiempo ni preocupación por el que dirán  de ellos.

Los migrantes que llegan a su destino elegido tienen el derecho de confundirse con gentes de diferentes razas, con diferentes idiomas, credos y costumbres, y casi siempre lo hacen porque  van a países  cosmopolitas. Esta mezcla les concede  ser libres en el país que los alberga, y a una calificación individual según sus méritos sin consideraciones a la raza, color o lengua. Porque  en los países  de acogida, mayoritariamente desarrollados  no aceptar  a los de fuera , sería una traición a sus propias leyes muy avanzadas y sus principios acerca de la igualdad  y los derechos humanos.

Finalmente, los inmigrantes tienen la facultad y el derecho  de volver a su patria cuando quieran y cuando  fuera conveniente, porque migrar no es “una sentencia” que los impida regresar.

La lejanía te da permiso para alejarte de quienes alguna vez te hicieron daño y comienzas a rodearte de gente comprensiva y positiva, mostrándonos que la vida siempre nos da una nueva oportunidad.

Comparemos la vida con la similitud de un rompecabezas en que cada pieza tienen una razón, un lugar y un por qué, y no se debe insistir en colocar las piezas donde no cabe. Evitemos las parodias malévolas que supongo hacen perder el buen sentido del humor de Dios.

Madrid – Febrero 2019

No hay comentarios.: