Escribe : Anibal Arredondo
Señor Presidente: Si lo lee, no se alarme, no voy a insultarle, injuriarle. No tengo la boca viperina. Soy un ciudadano peruano pequeño, y debo servir para algo. No desconfíe de mi.
Es preciso que lo diga, puesto que Ud. ya pertenece a la historia del Perú. Reconozco que mi sugerencia es expresada gracias a la razón y la verdad, ya que Ud. Personifica al Perú.
Le confieso que no soy de su partido político, de ningún otro, por qué no comparto con sus pensamientos que son capaces de contagiar al resto del país como una epidemia.
Al Cesar lo que es del César "dice el adagio. Le valoro a Ud. por qué no perdió tiempo para poder ascender a tan alto cargo. PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DEL PERÚ, que muchos, muchos nerones que reinan de manera oscura en ese país, como en el tiempo de Caligula. El mismo pueblo se traiciona así mismo, multitudes que creen en los tiranos (as) de la corrupción, ilustres infames, cuyo despotismo a sus adulones los ponen de rodillas. Estos enemigos suyos, jamás podrán ocupar el cargo que Ud. Lo ha conseguido eso les envenena y crean odio.
Entonces Ud. presidente está amenazado como Leonidas en las Termopilas, por qué su gobierno ha puesto en desgracia a los infames corruptos. (Ud, cumplirá con su programa)
El Congreso es un gallinero de imbeciles, que pelean a romperse las narices y no dejan gobernar. No hay moral en este recinto. No requiere testigo alguno, el pueblo lo sabe.
Ahora viene mi sugerencia, por su puesto sin temor alguno. Sabemos que el sombrero cubre la cabeza, tiene muchas formas, es una prenda de vestir y tiene la acción de sombrear, amparar a las cabezas del frío, las lluvias, confiesa viento hasta de un golpe. Se usaba mucho en los siglos XIX y XX. A la fecha se usa muy poco, se ha perdido este implemento que era parte del traje en hombres y mujeres. También ha sido remplazado por el gorro con visera hasta en el campo. Ahora la gente ha obviado el gasto en esta prenda andan sin sombrero aunque tengan la mala suerte de ser calvos.
Señor presidente usted a optado por un sombrero gigante de copa alta y alas largas de paja. (Debe ser de toquilla), es un cetro terminado como un paraguas. Desde su aparición como candidato, nunca lo he visto sin ello, hasta pienso que lo usa de día y de noche. En todo acto protocolar siempre lo veo con su sombrero.
Le pregunto ¿No será que el tamaño, el peso y el diario uso de su sombrero entierre su habilidad, su pensamiento, sus buenos deseos de hacer renacer a un país en estado de conmoción?. Le impida pronunciar !Patria¡ dame tiempo para liberarte de este torrente asqueroso que los corruptos te llevan al abismo!.
Desde su campaña hasta hoy, ha pasado buen tiempo, ya conocemos en el Perú y el mundo que su sombrero es símbolo de su tierra Cajamarca, y Ud. lo encarna. Los comentarios sobre esta prenda (Sombrero) corrió como un río tormentoso, conocieron in situ su estructura, tamaño y forma en cabeza suya.
En su periplo por México y la gran Cumbre de presidentes en EE UU, en la OEA, no se lo quitó, ¿Por que? Tampoco en la la conversación secreta que tuvo con Maduro.
En México se burlaron de su sombrero, al verlo en la cabeza de un mandatario. Un grupo dijo es de Cantinflas, otros protestaron y gritaron es del Chavo de Ocho a eso lo expuso el sombrero.
Señor Presidente, creo que es tiempo, hora y momento de no negar a la Moda actual y dejar su sombrero hasta que termine su periodo presidencial. Seguro que podría sentir frío, pero también le agradaría quitarse el peso. No me atrevo a sugerirle que use un pantalón pitillo o una corbata mariposa. No, no. Solo que un presidente se vea sencillamente vestido con ropa peruana y elegante, que inspire respeto en su patria y en el mundo.
Presidente, yo también nací en un pueblo, pero ya borrado por la niebla del olvido, por qué ya no queda nada mío, ha sido devorado por El Progreso y el crecimiento demográfico. Otro país quizá me ame sin tragedias como en el mío.
En ese pueblo; en el hogar de mis padres se leía, el libro de un escritor argentino sobre URBANIDAD "Carreño". Mis hermanos mayores eran los encargados de leer a los menores, eramos ocho, ahora quedamos dos. Y allí decía el autor : "Que la presentación personal es muy importante". Eso de decir " Que la ropa no hace al monje" es un absurdo. Te tratan como te ven. Esas lecturas eran excelentes para saber por qué se vive bien en una sociedad.
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