Escribe: Anibal Arredondo A.
Con este tema concreto que publico, no quisiera causar a mis lectores un razonamiento molesto, inoportuno y fastidioso...
y menos quisiera caer en el ridículo extravagante en lo que expreso.
Cuento esta verdad sin adornos, por qué nuestras vidas pasadas podemos contarlas como una novela y por que somos protagonistas de nuestra propia leyenda. Les voy a contar esta historia por el placer de contar, solo por eso, palabra por palabra y paso a paso.
El calor veraniego de 43 grados en la ciudad de Madrid, nos obligó a realizar un periplo por el norte de España y de paso cumplir con el ensueño de Alejandrina mi esposa y compañera de vida, inclinada a la fe cristiana, de conocer la catedral de Santiago de Compostela, obra prerrománica, medieval desarrollada en el occidente europeo, famosa por su estilo artístico, símbolo de una época cuyo poder está contenido en la fe de millones de humanos.
Como todo periplo de largo recorrido, trae cansancio y como por dormir y soñar no se paga impuesto alguno, era necesario descansar. Pero al amanecer desperté con la sensación de haber sufrido una espantosa pesadilla. Un sueño súbito que de mí subconsciente hayan escapado pasajes que nunca había recordado en mucho tiempo, de los años que había vivido en la ciudad de ABANCAY. "Esto era el pesado sueño" , que me obligó a abrir mi mente, ordenar y actualizar esa vivencia.
Pues, yo no me explico por qué me habían puesto fuera del lugar donde había nacido, separarme del seno de mi madre solo a los seis años de edad, a una ciudad desconocida "ABANCAY", haberme alejado de mi pueblo, la histórica Haquira, donde los Jesuitas no encontraron Judíos, si no a indefensos campesinos "pudientes" económicamente, que después de explotarlos los mataban en la mazmorra subterránea tallada en roca.
No es arrogancia ni orgullo. Yo no necesitaba ayuda ni protección de nadie. Mi madre en matrimonio con separación de bienes, tenía mucho, mucho, que disponer. Al contar parte de esta historia creo que no me estoy equivocando. Pues mi memoria no es el culto al pasado. Aunque BIAGIO MARÍN, dice que el pasado no existe a mí me parece que sería negar lo que ha tenido un significado meramente funcional y verídico.
Hablar de ABANCAY, no siempre emerge de mi pesado sueño. Me baso en los valores universales, la gratitud, la compasión, el amor, la celebración de la vida. Soy grato para Abancay, por que aprendí a leer y escribir en un Kindergarden dirigido por monjas pedagogas, alemanas, polacas y españolas. Esa formación marco la forma de vivir la vida desde niño. Mi permanencia en esa ciudad fue en medio de una bonanza social, me hizo comprender que la vida tiene sentido. Me sirvió para integrarme a colegios particulares del Cusco, sin ningún trauma ni complejo. San Francisco en primaria y Salesianos (interno) fuimos compañeros de clase con Valentín Paniagua Corazao , los hermanos Jeri Durand, y muchos otros, que venían de Bolivia. Nunca fui buen estudiante, por qué pensaba que las cosas y los tiempos iban a ser permanentes, y cuando un humano llega a ser adolescente,cree haber resuelto el enigma del mundo, y así termine mi secundaria en la G.U.E. Mariano Melgar de Arequipa.
Recuerdo de mis amigos abanquinos, de nuestro Club de fútbol EL FLECHA, de nuestros paseos caminando tenazmente valle abajo, en pleno Sol en su punto alto y bañarnos en el helado Mariño, recuerdo de mi pensión alimentaria "la Quinta Carpio" y el hotel APURIMAC. Recuerdo el aroma del pan recién hecho (Taparaco) del calor del fuego generoso que llenaba el ambiente.
ABANCAY, pese a lejanos tiempos no era conservadora, no tenía esa mentalidad provinciana, sus costumbres cambiaban obedeciendo a ciertas reglas de convivencia, por eso la llamaban "Lima chico". Era una ciudad pasiva, pequeña de gente auspiciadora, por eso hice una gran vida social en el tiempo que permanecí. Me daba la impresión que los abanquinos sabían que el mundo cambiaba y la humanidad evolucionaba. SARTRE decía que el único ser vivo es el hombre consciente de su propia existencia.
ABANCAY a producido hombres y mujeres excepcionales, no me atrevo a nombrarlos, no soy partidario a discrepancias. Era una pequeña ciudad donde se conocían los unos con los otros, eran entrañablemente gente decente y nunca note rasgos detestables; por qué en aquel tiempo las familias enseñaban los buenos modales y eso era ser decente fundamentalmente.
ABANCAY goza de un paisaje impresionante, comienza desde la altura en la que se encuentra una pieza arqueológica tallada en piedra monolítica, durante el mundo andino Inca SAIHUITI , los arqueólogos deben saber su significado histórico.
De allí desciende una carretera serpenteante de donde sale al astro Sol besando las colinas del Nevado Ampay, tutelar de la ciudad apurimeña. Abancay está cercada por el coloso Ampay y el cerro Quisapata, que forman un valle interandino, temporizado por el río Mariño de aguas heladas. Abancay está entre los diversos tipos de climas cálidos que existe en el Perú, quiere decir dentro de la diversidad biológica más grande del mundo.
En aquel lejano tiempo la infraestructura de la ciudad la conformaban edificios de una sola planta, estrechas y cortas y algunas avenidas en proyecto de asfaltar como la Díaz Barcenaz. Su plaza principal con su glorieta al centro, el club Social APURIMAC, pequeños parques y el hotel para turistas, muy visitado por los asendados en días feriados y festivos pues les gustaba gozar de una infraestructura moderna, elegante y buena atención, así mostraban su poder económico los aburguesados feudalistas, por qué la clase media nunca había podido remplazarlos.
Abancay era el palacio de las haciendas, Patibamba, Illanya, Pachachaca, etc todas producían caña de azúcar, destilaban cañazo o aguardientes. Las hacie ndas eran explotadas por el mismo sistema feudal traído por los españoles que,generaban copiosos beneficios.
Esta riqueza inspiraba a sus propietarios a convertirse en políticos, senadores vitalicios de la Republica, los Trelles, Martinelly Tizón, muestras sobresalientes.
Como la humanidad es una sola familia, en ABANCAY habían quedado los descendientes del entonces presidente de la República Samanez Ocampo, considerados como la minoría selecta de la ciudad. Abancay era la ciudad preferida por los comerciantes inmigrantes turcos e italianos, que montaron establecimientos comerciales con productos de textura fina, "Katule, Abuadba construyeron el moderno cine EL NILO remplazando al vetusto Municipal.
ABANCAY goza de un folclor genuino. LOS CARNAVALES que es la voz del pueblo en sus canciones, que caracteriza la literatura popular, lengua materna del pueblo, cantan y bailan mujeres hermosas ataviadas con sus mejores galas, vistiendo calles y plazas de vistoso colorido.
Abancay me has despertado con un sueño que produce angustia, me asaltan recuerdos que van tomando una consistencia de recordarte siempre.
La mañana está fría, el Atlántico va subiendo su marea y miles de gaviotas hambrientas forman una orquesta al piar. Me apetece tomarme un café caliente con azucarillo de paz y satisfacción en el alma de haberte recordado APURIMAC en RUNASIMI y Dios que habla en castellano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario