14/12/08

Las Corridas de Toros en el Perú y pueblos alto Andinos

Escribe: Anibal Arredondo A.

Es un placer dirigirme a la entusiasta afición Alto Andina, especialmente Chumbivilcas, a los ganaderos de toros bravos y a todos aquellos que a pesar de los tiempos, tratan de seguir dando continuidad, valor y belleza a la vieja o nueva, pero siempre presente costumbre de la tauromaquia, generando en ella un matiz propio en cada región de la patria.


Obvia mente sin el testimonio de entendidos y escritos no habría base para tomar conciencia sobre nuestra trascendencia del toreo a través de nuestra locacion espacial y temporal, por lo tanto me remito a ellos para este fin.

El proceso iniciado en1492 como meta génesis de nuestro actual motu vivendi, como amalgama inicial y posterior y aun en actual fusión de caracteres culturales y costumbre, incluye un proceso de transculturalización a lo largo de la conquista y colonización, como un hecho capitalmente determinante en la formación de nuestra nacionalidad, por ello a pesar de los movimientos ideológicos intermitentes de renegar de nuestro origen europeo, es necesario aceptar que el indígena durmió demasiados años bajo la sombra de la cultura occidental europeos , y cuando despertó a la vida nacional propia, había dejado de ser tal, así de la violencia cultural y política que origino a nuestra nación, quedando solamente la realidad a la hazaña histórica como hecho consumado con una población heredada de sus costumbres y talentos.

EL TORO.
Elemento cultural tempranamente introducido fue ganado vacuno, el cual como indican los cronistas de la época tuvo gran éxito desde su inicio compitiendo con ventaja con la fauna oriunda americana, llegando a predominar sobre esta. El motivo de su importación fue lo económico para abastecer a la poblaciones conquistadas; pero trajo a su vez la costumbre de hacer los ENCIERROS corridas de toros, pasión de los peninsulares, un pueblo bastante rudo y sangriento en ese momento; esta simple semilla se extendió como reguero cundiendo e impregnándose entre el grueso de la población.

El toro fue desde un principio y aun en la actualidad, el primer problema se plantea cuando en ocasiones acostumbrada o especiales se desea correrlos. Pues durante siglos el ganado bravo fue el menos abundante en el Perú y en la mayor parte de hispano América; entonces se recurre al criollo descendiente del ganado introducido para el abasto de los que se entresaca algún ejemplar con cierta acometividad; solían ser algunos mas bravucones aquellos que por diversas causas habían sido echados al momento, a las estribaciones de las cordilleras o a los bosques queuñales, convertidos en silvestres.

Dice a propósito Ricardo Palma de una gran corrida de toros lidiada en la plaza mayor de Lima, “en obsequio a la augusta proclamación de S. M. Don Felipe V en 1812; se lidio un toro llamado MISANTROPO, que debía 11 vidas. Encontrándose en el monte sin hierro o marca de dueño, acostumbrado a salir al camino a embestir a los pasajeros: consiguieron traerlo al encierro en medio de bueyes mansos, en la lidia hirió al caballo y picador Domínguez, mato al cholo Guillermo Cajapaico y estropeo al espada, Cecilio Ramírez, no murió este toro en redondel si no en corral y a consecuencia de sus heridas”.

Por otra parte, el poco ganado de casta que se introdujo tuvo siempre el peligro de degradarse debido al medio ambiente en que se criaba, por el calor propio del clima tropical como México, la excesiva altura en otros casos, o por mediara mucho tiempo en refrescar la sangre, por lo cual su bravura se ha hallado muy disminuido en relación a los ejemplares del viejo mundo.

Los primeros toros bravos que llegaron al Perú fueron importados de Navarra por Vasco de Quiroga, en el año 1536, y en 1552 por Juan Gutiérrez Altamirano que formaron la vacada de Atenco. Se sabe además que en 1586 los Jesuitas también importaron ganado bravo como recurso de resguardar sus propiedades frecuentemente acechadas y perjudicadas por la gente de ley, en perjuicio de los terribles canes traídos de España que no cumplieron con su función; este ganado fue el que pobló la primitiva hacienda Maranga.

Leopoldo Vásquez en su libro Americca Taurina indica (1898) que para las primeras corridas no existían ganaderías; echando mano a toros salvajes, montaras o cimarrón con el propósito de lidia, valiéndose de lazo para darles alcance y una vez apresados, los conducían a poblaciones en que tenían previstos tablados o (tendidos) en las plazas mayores.

Pero antes de ser trasladadas para correrlos, solían ser sometidos a pruebas para desechar los menos bravos, agrupándolos en un cerco haciéndolos pasar uno por uno por una manga, en lo alto del cual colocabase un muñeco de paja, movido por un lado y a otro por medio de una cuerda. Si al pasar el astado bajo el muñeco no lo embestía o no lo hacia con debida insistencia, solía ser desechado.

La primera corrida se verifico en Lima fue el lunes 29 de marzo de 1540, segundo dia de Pascua de Resurrección, celebrando la consagración de Oleos por el obispo Fray Valverde, fiesta que lidiaron tres toretes de Maranga matando el segundo a rejonazos el Marques de la conquista don Francisco Pizarro.
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Los poblados de la sierra peruana como Haquira, ha ido modificando la fiesta brava hasta su interpretación actual, que con fisonomía propia lo ha convertido en parte esencial e imprescindible de sus celebraciones religiosas y cívicas, el hombre andino en su coexistencia con ruda y contradictoria naturaleza del medio que genera, adquiere un temple que solo se conmueve con emociones fuertes y nada mas a propósito de hacer vibrar su alma con la lidia de reses bravas; el enfrentamiento final entre el hombre de la sierra y sus temores con la bestia, uno frente a otro, sin mas espacio que la posibilidad de la muerte; Sin mas armas que la capa y el pitón.

A través e la espina dorsal de los andes se organizan corridas de toros en los días de grandes fiestas; y particularmente durante la celebración de los patronos de cada caserío, mientras se desarrollan las acostumbradas ferias regionales.

Es necesario resaltar que el único hecho se registro histórico de intento de crianza de ganado bravo de lidia en esta región del país lo tenia la Finca LACAYA de Don Mario Alvarez Pacheco, en la provincia de Chumbivilcas, quien introdujo ganado de media casta proveniente de la ganadería YENCALA de Humberto Fernandini, divisa roja y verde. Lacaya, base de esta ganadería dio honra al departamento del Cusco al aparecer en las estadísticas y registros de ganadería de casta como consigna el español López de izquierdo comparándola casi a la altura de Huaca y Pauca.

López Izquierdo dice textualmente en su libro “Los toros del Nuevo Mundo” para organizar estas corridas la Asociación de periodistas encargo a los diestros Manolo Marines Cayetano palomino que fuesen al cercado Perú, a la finca de Chumbivilcas a probar y escoger 21 toros criollos. Según esto nos contaron después, trabajaron y sudaron lo indecible para reunir este lote y entre los 21 toros destacaba un bien armado, astifino, viejo; debía tener cinco años cumplidos, el cual como es natural y según se iban desarrollando las corridas dejábamos todos como sombrero para la ultima, en la esperanza de que no tendríamos necesidad de lidiarle”.

Para terminar, indicare que lamentablemente como producto del nefasto (desastre) experimento de Velasco con la aplicación de la Reforma Agraria, también arraso con los sementales de Lacaya en Chumbivilcas y sus productos de media casta, que aun no se habían lidiado mucho en Lima; destruyendo la única promesa de ganadería brava y real en la región sur, de no ser así, hubiera sido sustento representativo en la actualidad.

Solo queda esperar que en algún momento, cuando las corridas de toros pierdan su importancia como las desarrolladas en la costa, en donde se da muerte al toro en desigualdad de condiciones; en los poblados alto andinos del Perú al igual que su Cacharpari (despedida a las corridas de toros) permanecerá por siempre.

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