Escribe: Aníbal Arredondo
Del libro “El príncipe”, del filósofo florentino
Nicolás Maquiavelo (Italia 1526) que
denuncia los métodos que emplean los gobernantes en su ascenso al poder, sus
advertencias contra los abusos, el sectarismo y las desigualdades; he podido
encontrar paralelos que ocurren en nuestro país el Perú. Fatalmente nuestro gobernantes aplican el maquiavelismo de la leyenda negra
del sabio florentino y no utilizan el fino análisis de la realidad de saber
gobernar, obviando la verdad que deja escrito en el “Príncipe”, si es que
alguna vez lo han leído.
En el Perú existen gobernantes y
políticos maquiavélicos que en cursiva
responden uso corriente de estos adjetivo; cínico, malvado, astuto y maquinador que nunca han tenido la
sobriedad y la cautela en el oficio de gobernar.
Estos políticos prometen transformar el
sistema y cambiar al Perú con grandes esperanzas y promesas deslumbrantes, y
los ciudadanos somos propensos a creerles cayendo en la máxima “Que quien
engaña siempre, encuentra a alguien que se deja engañar”.
Últimamente fuimos víctimas del grupo
político nacionalista, grupo que vive en un estado de ignorancia, de miseria
cultural mental y espiritual, que felizmente se apagó con el encarcelamiento de
sus líderes, quienes no han tenido relativamente un feliz final y este desastre
es una enseñanza muy útil para los peruanos.
No solo los líderes del nacionalismo
deberían estar presos sino también sus acólitos por haber hecho las cosas mal,
y este mal les ha llevado donde están. Los que están en la cárcel que no lloriqueen,
no son víctimas por su ideología, son
ellos los que han cogido el mal camino
que les ha llevado ahí donde se
encuentran.
Los nacionalistas en el Perú no son
buenos patriotas, porque no aman a la patria, menos sus fronteras, es un grupo
de corruptos que en un momento vociferaron pasión encendida por la patria pero
al subir al poder hicieron uso del proverbio de los corruptos; “más vale
pájaro en mano que cientos volando”, llevando lo robado a países con banca opaca.
Si jugamos con los refranes dice “a cada
cerdo le llega su San Martín”, en Perú
hay cerdos gordos y sagrados como en la India vacas sagradas que a su impunidad
el pueblo de a pie, le paga con odio y asco.
Ojala que en nuestra patria no vuelvan a
aparecer nuevos grupos aventureros con el virus defraudador, porque nuestra
tierra es grande y es humo oportunista no ciegue al Perú y al que lo mire.
Los peruanos tenemos que dejar el ilusionismo político del
que nos habla Maquiavelo, de quienes quieren gobernar. La desilusión vivida
haga que abandonemos la irrealidad y suplantemos con la realidad. Dejemos de
ver sainetes, repugnemos a esas congresistas de pelaje rojo que declaran que el
Perú es un país de violadores.
No seamos vergüenza de nuestra trágica
historia en la que tiene a sus ex
presidentes con graves problemas con la justicia, dos de ellos en prisión, otro
con búsqueda internacional y otro
militar golpista coautor de Pinochet en la operación “Condor”, pedido y sentenciado en Italia. ¿Por qué el Perú no
acepta su extradición? y no sea un pesadilla política para este país europeo.
Madrid, noviembre de 2017.
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