Escribe: Aníbal Arredondo
Desde que se
apertura las carreteras de penetración desde
Arequipa a Espinar y Chumbivilcas,
y del Cusco a Chumbivilcas, hace muchas décadas, para
luego llegar a Haquira, se abría una vena de turismo en Haquira, hasta
entonces confinada por la distancia a
grandes ciudades debido a su ubicación entre montañas andinas a 3670
m.s.n.m.
Los principales
atractivos del pueblo de Haquira son el
monumento penitenciario, llamado “Q'aqa Cárcel” o Cárcel de Piedra, construido por los Jesuitas en el siglo XVII,
junto a dos iglesias, una en
vigencia la de San Pedro y la otra de San Martín, abandonada y deteriorada por
el tiempo.
San Pedro y San
Martín ambos de estilo Barroco Andino
(claramente notables sus columnas
salomónicas) que caracteriza la vanidad y “cursilería”
de la época del renacimiento durante el
Teocentrismo, donde Dios y la religión
ocupaban el centro del universo de esa
época.
Estos templos estaban ricamente implementados con marquetería de pan de oro, lienzos de la escuela Cuzqueña, objetos de oro y plata como los cálices, casullas y misales tejidos con hilos de oro y plata etc. Las que fueron robadas en su mayoría por ladrones sacrílegos e incluso por los propios clérigos de turno que pasaron por su administración.
Estos templos estaban ricamente implementados con marquetería de pan de oro, lienzos de la escuela Cuzqueña, objetos de oro y plata como los cálices, casullas y misales tejidos con hilos de oro y plata etc. Las que fueron robadas en su mayoría por ladrones sacrílegos e incluso por los propios clérigos de turno que pasaron por su administración.
Cuando los
españoles se asentaron y establecieron un pueblo, encontraron una masa volcánica de la que extrajeron el
material (piedra sillar blanco o ignimbrita) para la construcción, usándola en la iglesia de San Pedro (Iglesia principal),
y en las numerosas viviendas principales, desgastando y dando al peñón sus características actuales, cuyas huellas
son evidentes.
Posteriormente en esa mole construyeron la penitenciaria y su tribunal de justicia, este peñón tiene un área de más de 3500 m2 y una altura de 17 metros.
Posteriormente en esa mole construyeron la penitenciaria y su tribunal de justicia, este peñón tiene un área de más de 3500 m2 y una altura de 17 metros.
El templo de San
Martín lo construyeron con material
extraído de las canteras existentes en la comunidad campesina de Huistac, donde los restos de las canteras
del material volcánico son evidentes, además que todavía en la actualidad
siguen extrayendo material por ejemplo
para la construcción de los nichos en el cementerio general
del pueblo.
La iglesia de San Pedro presenta para mí un enigma difícil de entender, pues le falta la torre de parte
izquierda y la torre del lado derecho parece haber sido reconstruido, ya que no
es compatible con el tamaño de la
iglesia. ¿Entonces que paso?, ¿no se terminó la construcción de una de las torres? ¿Hubo un terremoto
que afectó a ambas torres? ¿y solo
se reconstruyo una de ellas?. Esta incógnita quizá se pueda despejar
recurriendo a los archivos existentes en
la curia y otras fuentes posibles de investigar.
El templo de San
Martín se encuentra en un estado calamitoso, y poco se ha hablado de ella, y porque ningún
organismo como el Instituto de Cultura de Apurímac, se ha interesado
y ha hecho la política del olvido (no
hay nada peor que olvidar las evidencias
arqueológicas de su ámbito). Creo que es
necesario aplicarles lo que se decía en la comedia de Lope de Vega; “Hay que despertar a
quien duerme”.
Los municipios de
pequeños pueblos todavía están en la fase de aprendizaje, cavilando si la tecnología de este siglo tiene poder o
no, pero veneran el momento y en cuanto
a la arquitectura se decantan por construir
grandes elefantes blancos de cemento
sin valorar el legado
histórico de hace cientos de
años.
El turista al llegar a Haquira en visita exclusiva o circunstancialmente, lo primero que hace es visitar la cárcel histórica (Q'aqa-carcel) para observar su arquitectura interior y exterior, pero no encuentra información alguna, contempla el peñón mudo testigo de su pasado, una mole sin luz propia como la luna, pese a tener mucha historia, no una leyenda, no una ficción, pero de la que los responsables no dan información históricamente contrastada.
El turista al llegar a Haquira en visita exclusiva o circunstancialmente, lo primero que hace es visitar la cárcel histórica (Q'aqa-carcel) para observar su arquitectura interior y exterior, pero no encuentra información alguna, contempla el peñón mudo testigo de su pasado, una mole sin luz propia como la luna, pese a tener mucha historia, no una leyenda, no una ficción, pero de la que los responsables no dan información históricamente contrastada.
¿Y quién es el que
debe hablar por este monumento?
Es el Instituto de
cultura de Apurímac, obligado a hacerlo en forma técnica, organizada y
profesional, como la que se hace en cientos de museos del mundo, sobre todo tan
organizado como lo tienen en los países desarrollados.
¿Y qué hace el
turista al no encontrar información profesional?
Se convierte en un
personaje que intuye, deduce, se imagina, atribuye erróneamente a épocas a las que no corresponde o los
motivos que no son ciertos. Pero encuentra una
fácil salida, toma fotos, y publica en las redes sociales las fotos con sus suposiciones sin consistencia. Esto
es un riesgo enorme porque sin sentido de responsabilidad se hacen
publicaciones con conjeturas del todo falsas.
Regresemos al
pasado; más de cien años antes de la fundación española de
Haquira (entre 1578 y 1583), en 1478 fue
el año en que los Reyes católicos
de España fundaron el Tribunal del Santo Oficio con Ferrán
Martínez (siglo XIII). Ya en el siglo
XVII el comisario general Francisco
Borja, da paso para que la congregación de Jesuitas migre de España a los pueblos colonizados en
América con el fin de adoctrinar
enseñando los principios del catolicismo, y
se llevan los poderes del santo
oficio para el sometimiento de los
aborígenes al catolicismo, y para el
castigo de la herejía, la brujería, la idolatría etc.
Así al llegar a Haquira un asentamiento fundado por los primeros colonizadores, y
siendo una zona con riqueza
mineral, los inquisidores requieren de
una prisión dura y segura, porque sus fines no solo eran catequizar sino
hacer fortuna para ellos y para la corona de España. Se supone que esta cárcel de alta
seguridad se construye en Haquira porque
en el tiempo de la colonia posiblemente
fue capital jurídica de la provincia de Cotabambas cuando esta aún formaba parte del departamento Cusco, de allí la importancia y necesidad de esta construcción.
El ingenio de los curas fue hacer perforar el
peñón de lava volcánica por su puesto
con mano de obra a pulso. En sus entrañas cavaron calabozos, para hacer la
justicia humana achacando a la divina impunemente, sin riesgo alguno,
despedazando a míseros hombres indígenas en la mayoría de las veces inocentes,
sin haber cometido delitos, solo por
poseer bienes y raíces y estar
arraigados a su cultura.
Esta cárcel de alta
seguridad tiene un calabozo signado con
el nombre de Santa Bárbara para varones y
el de Santa Ana para mujeres.
El primero tiene tres compartimentos en perspectiva de grande a pequeño, el tercero ya con aire viciado que mataba lentamente al débil sometido por la poderosa sotana. ¡Que infrahumano¡
El primero tiene tres compartimentos en perspectiva de grande a pequeño, el tercero ya con aire viciado que mataba lentamente al débil sometido por la poderosa sotana. ¡Que infrahumano¡
Cuando a la llegada
de la república se abandona esta
prisión, ¿cómo se mostraba?, pues
tenebrosa, escalofriante por lo
ocurrido allí, terrorífica como en un
cuento de hadas.
La puerta del patio principal en paredes muy anchas y altas adheridas al peñón tenían unas rejas grotescas de fierro forjado, engarzadas una con otras con goznes, formando figuras geométricas (cuadrados en su mayoría), estas rejas se suspendían y bajaban en forma de guillotina entre las entrañas de la gruesa pared y las de la roca tallada, tanto al estar suspendida para abrir el acceso o cuando se bajaba a tierra para cerrar se aseguraban con unos candados hechizos inviolables. El mismo estilo de puertas tenían los calabozos interiores y también las del tribunal de justicia ubicada por encima de los calabozos y también tallada en la misma roca.
La puerta del patio principal en paredes muy anchas y altas adheridas al peñón tenían unas rejas grotescas de fierro forjado, engarzadas una con otras con goznes, formando figuras geométricas (cuadrados en su mayoría), estas rejas se suspendían y bajaban en forma de guillotina entre las entrañas de la gruesa pared y las de la roca tallada, tanto al estar suspendida para abrir el acceso o cuando se bajaba a tierra para cerrar se aseguraban con unos candados hechizos inviolables. El mismo estilo de puertas tenían los calabozos interiores y también las del tribunal de justicia ubicada por encima de los calabozos y también tallada en la misma roca.
¿Pero qué paso con las pesadas rejas de fierro que
aseguraban las puertas del penal? ; El
tiempo delato que habían ido a parar a una herrería lejos de la población como material para fabricar herrajes para los caballos. Sin las rejas la cárcel perdió su originalidad.
El tribunal de
justicia tiene mobiliario esculpido en las misma rocas y se dice que tras la
larga mesa, había una escultura de Jesús
Rey de los Judíos crucificado, con un
cuello movible y era (con la ayuda del juez de turno) el encargado de dirimir con el simple movimiento de cuello la sentencia del reo. Pero claro está
que se inclinaba mayoritariamente a favor de los verdugos, no siendo misericordioso. Este último no lo he visto,
creo que fue cierto, porque así se ha contado
en la historia popular ay porque
en aquellas épocas utilizaban a Dios los
que más poder tenían.
Posteriormente un
alcalde progresista trató de recuperar la fisonomía del monumento, pero este
alcalde incauto con más voluntad que conocimiento y por supuesto sin malicia
hizo fabricar unas puertas, como si de una vivienda se tratara y le puso
dinteles del mismo material, pero la buena voluntad volvió a vulnerar otra vez
su originalidad.
Mi petición, pese a que hace mucho que no estoy en mi tierra Haquira es;
1º Que no haya falta de atención por parte del
instituto de cultura de Apurímac al templo de San Martín y que en lo posible
haya una dotación económica para estudiarlo y quizá reconstruirlo.
2º Que sea factible
ponerle nuevamente las rejas de fierro a la prisión para que recobre su originalidad.
3º Que se pueda enseñar, a los habitantes y a los turistas, todos los
tesoros arqueológicos, lugares históricos
y manifestaciones culturales con información contrastada, dirigida y proporcionada
profesionalmente a cargo de las autoridades como el Instituto de cultura, en la
que deben de haber profesionales muy
formados.
Si hay discrepancia
con el contenido de este artículo y mis
peticiones, hay libertad de expresión para
corregir, pues escribo ya que creo que es mi obligación de
apurimeño del que estoy muy contento.
Madrid, junio de
2019
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