El periodista Eric Sala, que escribe en la revista
National Geographic y que informa sobre la pandemia producida por el COVID-19 y
el médico Forest Rohwer, brillante ecólogo y experto en el virus de la
Universidad Estatal de San Diego.
De este informe tan amplio, trato de resumir
partes interesantes, por ser de interés general y lo titulo: PAGAMOS EL PRECIO
DE HABER DAÑADO LA NATURALEZA.
Comienzo con tristeza, impotencia y miedo al ver
que el virus viene matando a millones de humanos que moramos el planeta. Un
virus que desafía a la ciencia y no respeta fronteras de todos los países del
mundo. Sala dice; "Al dañar el planeta hemos socavado la capacidad de la
naturaleza" Lo demuestra la pandemia COVID-19.
Los seres humanos llevamos
millones de años padeciendo enfermedades causadas por los virus y las bacterias
que nos trasmiten los animales salvajes. A medida que ganamos terreno a los
hábitats naturales compitiendo con los animales, por el agua, los alimentos y el
territorio. Es inevitable que, cada vez haya más contacto físico con ellos, haya
más contagios y esto se traduzca en más conflictos y más contagios. Los
científicos saben que no todo es sencillo; ver paralizada la vida por obra de un
minúsculo virus (COVID-19) ha HUMILLADO A LA HUMANIDAD.
Concretamente desde
China en un mercado de Wuhan donde se venden carnes recién despedazadas de
animales muertos salvajes, y otros vivos para consumo humano y sus usos
medicinales. El virus probablemente se trasmitió a los humanos a finales del
2019 por vía zoonotica y, en cuestión de meses, la COVID-19 se está llevando por
delante a cientos de miles de humanos. Es el depredador preeminente de la tierra
en este siglo.
Esta pandemia es un argumento convincente en favor de algo que
creen los científicos y los hombres con sentido común; que la biodiversidad es
imprescindible para la salud humana y, en última instancia, para nuestra
supervivencia.
Un estudio del 2020 exploraba la relación entre la abundancia de
especies portadoras de virus zoonoticos, y la probabilidad de que estos den un
salto a los humanos, descubriendo que los ROEDORES, LOS PRIMATES Y LOS
MURCIELAGOS son los mayores portadores que otras especies de animales. Estas
conclusiones en base a la bibliografía científica de datos de 142 virus
zoonoticos. Cuando degradamos los hábitats, los animales se estresan y liberan
más virus. Por eso en los hábitats con diversidad de especies hay más
enfermedades.
En tiempos inmemoriales, la menor movilidad y el tamaño reducido
de las comunidades humanas probablemente restringían las enfermedades al ámbito
local. Sin embargo, a lo largo de la historia la humanidad ha crecido
demográficamente y ha terminado por hacer muy fácil a los virus que han
alcanzado el éxito evolutivo. Los que nos hemos concentrado en áreas urbanas de
gran densidad poblacional y, gran parte viajamos por todo el mundo como nunca ha
hecho ninguna otra especie humana.
Hemos transformado los habitats naturales en
ciudades y tierras de cultivo perfecto para una nueva plaga; la COVID-19. Es un
recordatorio más de que la conservación de la biodiversidad no es lujo de países
ricos ni un ideal romántico. Nuestra supervivencia misma depende de que seamos
miembros responsables de la biosfera y de la gran comunidad a la que
pertenecemos.
¿Y cuál es el riesgo que entraña a las criaturas del mar, que
cubre más del 70% de la superficie del planeta? ¿Es la explotación de la vida
marítima, otra amenaza para la salud humana? Evaluar la diversidad y la
abundancia de todo ser vivo; virus, bacterias, algas, peces e invertebrados y
medir como cambia el ecosistema conforme lo perturbe el ser humano.
Sobre este
punto, el brillante ecólogo Forest Rohwer, experto en virus y uno de los
primeros en aplicar tecnologías genomicas para estudiar el virus y bacterias en
el mar, constató una relación entre el número de microbio en relación con la
presencia humana. Observó que la función también cambia radicalmente en aguas
cristalinas. Las bacterias pequeñas, como los proclorococos, solo se dedican a
hacer la fotosíntesis. En contraste, en aguas turbias un tercio de las bacterias
son patogenas, entre ellos varios tipos de estafilococos víricos, que pueden
causar afecciones potencialmente letales en humanos.
Si algo hemos aprendido en
relación con esta reciente pandemia, es que en lugar de exterminar animales
salvajes como los chinos e impedir que nos contagien, deberíamos hacerlas justo lo
contrario. Salvaguardar los ecosistemas naturales que constituyen sus hogares y,
si es necesario, encauzar de nuevo en el camino hacia la madurez por medio de la
renaturalizacion dado que la biodiversidad diluye cualquier virus que emerge y
ofrece un escudo natural ante los efectos de los patógenos.
Por nuestra propia
supervivencia hoy más que nunca necesitamos un mundo natural sano que sea
nuestro mejor anti virus.
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