2/2/25

PROFESOR: Miguel Ángel Escalante Arredondo

ESCRIBE: Anibal Arredondo

Hace pocos días, mi sobrino, el profesor Miguel Ángel Escalante Arredondo, sintió en carne propia la dura sensación de perder el salvavidas que lo mantenía a flote en el mar tormentoso de la vida: la muerte.

Su partida en la ciudad de Arequipa, Perú, deja un vacío profundo, pero también la certeza de que su destino se ha cumplido, como el de todo ser humano que pisa esta tierra y, tarde o temprano, debe despedirse. Nadie se va un minuto antes ni después de lo que le toca.

 Mis recuerdos sobre la vida de Miguel Ángel son fragmentados, pero intentaré compartir una pequeña parte de su historia, porque su existencia fue la de un hombre digno.

 

Miguel Ángel nació en un pequeño asentamiento minero, llamado Anyo propiedad de sus padres,  en las alturas de Haquira, Cotabambas, en la región de Apurímac, Perú. Creció en un entorno de trabajo arduo, donde la tierra dorada prometía riqueza, pero donde el esfuerzo y la lucha diaria eran la verdadera herencia de quienes vivían allí. Sus padres, Manuel Escalante Rojas e Hilda Arredondo, supieron inculcarle desde niño el valor del sacrificio, la humildad y la educación como el camino hacia un futuro mejor.



La infancia de Miguel Ángel estuvo marcada por los cambios y las dificultades propias de la vida en la sierra. Desde pequeño, aprendió que el mundo podía ser impredecible, pero que la fortaleza y la dignidad eran esenciales para enfrentarlo. Su familia viajaba ocasionalmente a Lima, donde conoció una realidad distinta, pero nunca dejó que esas experiencias lo alejaran de sus raíces ni de la gente sencilla con la que siempre se identificó.



Cursó sus estudios secundarios en diferentes colegios de Cusco y con estudio, obtuvo el título de profesor en la entones, Escuela Superior San Juan Bautista de La Salle de Arequipa. Convertido en docente, su visión del mundo se amplió y comprendió que las desigualdades y las injusticias no desaparecerían por sí solas. Sabía que el cambio debía forjarse desde las bases, y que la educación era el arma más poderosa para ello.

Miguel Ángel fue un hombre de carácter noble y sereno.

Su bondad no era estridente ni buscaba reconocimiento; simplemente, fluía en cada gesto, en cada palabra. Respetuoso, sincero y generoso con quienes lo rodeaban, nunca fue de los que buscaban destacar. Prefería el trabajo silencioso, el deber cumplido sin alardes. 

Tenía un sentido del humor especial, inteligente y espontáneo. No contaba los chistes de siempre, sino que creaba los suyos a partir de las pequeñas situaciones cotidianas, arrancando sonrisas sin esfuerzo.

 Gran parte de su vida profesional transcurrió en el pueblo de su madre y luego en Arequipa, donde dedicó sus últimos años a la educación. Sus hermanos lo llamaban cariñosamente "viejo", un apelativo que él no veía como un agravio, sino como una muestra de afecto y reconocimiento a su sensatez. 



Hamlet decía: "Un día andamos por el mundo, al día siguiente desaparecemos". Miguel, sobrino querido, hoy has desaparecido, pero la vida y la muerte son solo dos caras de la misma moneda. Sé que, allá en lo desconocido, encontrarás la paz.

 A mi edad, la muerte ya no me asusta. Será solo un retorno al sueño, donde volveremos a encontrarnos y abrazarnos .

**Hasta pronto.**

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