Escribe: Anibal Arredondo A.
Estuve en Perú, recibiendo un baño de peruanidad.
Entre mis archivos dejados hace años, encontré esta carta dañada por la humedad
de Lima, amarillenta, casi elegible ¿pero qué importa lo físico? Importa su
contenido, lo humano, el arte, la vida, la fidelidad, la lucha contra una
fuerza terrible. Si Ud. La lee compare
con lo que actualmente vive el mundo..
Ilya Ehrenburg
Moscú 1943.
Nos encontramos en España predestinada. Nos
separamos en Paris predestinado. Hemos
perdido mucho. Al separarnos hablamos de la fidelidad; hemos conservado la fe.
Ahora quiero decirle que en tierra rusa se libra una batalla feroz por nosotros
mismos, por Paris, por América, por nuestra amada España, por la humanidad, por
el arte, por la vida. Quiero decirle que estamos luchando solos contra una
fuerza terrible, que todos los pueblos y todos los hombres tienen que sentir la
tormenta sobre el Volga y entrar en batalla.
Usted escribió sobre el aterrador “plato”
sangriento de Alemania. ¿Se acuerda de aquel maldito día, cuando el buque
alemán destrozó esa pacifica ciudad española y mató muchos pescadores, mujeres
y niños? En aquel tiempo era novedad y
nosotros nos indignamos. Hoy día no hay porque indignarse. Ahora necesitamos
otra cosa: luchar.
Alemania era para nosotros la tragedia. Para
los Alemanes España era un campo de maniobras. Me dirijo a Ud., Pablo Neruda,
admirable poeta de la lejana América. Me dirijo a sus amigos y a los míos,
escritores de México, Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Cuba, Venezuela,
Ecuador y Peru. Me dirijo a los intelectuales de América Latina. Quiero
decirles que nosotros estamos defendiendo en el Cáucaso los Andes, que en Rusia luchamos no solo por nuestra
libertad, sino por la libertad del mundo; que del resultado de estas batallas
depende nuestro destino. Vuestra vida está íntimamente ligada a la nuestra.
Vuestra cultura no es una amalgama sino una síntesis.
Para los “racistas” alemanes sois una mezcla
de razas, para nosotros sois los continuadores de una grande, nueva e
independiente civilización. Nosotros admiramos profundamente el arte de América
antigua. En toda Alemania no se encuentra tanta riqueza y arte tan elevado como
es uno de los bosques de América donde se guardan reliquias incas y aztecas.
Vosotros tomasteis de España inmortal lo más
bello, su culto al hombre; su tierna
severidad; su modesto orgullo; su universidad, vosotros estáis separados de
Europa ensangrentada, por el Océano. Las olas pueden amenazar pero pueden
también adormecer. Las olas del Océano se adormecen como nosotros podéis
despertaros demasiado tarde. España se despertó demasiado tarde el 18 de Julio
de 1936. Demasiado tarde se despertó Paris el 14 de Julio de 1940.
Unos dicen que la batalla se libra por el
derecho de Rusia a su régimen soviético. Otro lo refutan diciendo que la
batalla es la batalla por la tierra rusa, por el petróleo ruso. Puede ser que
algunos de vosotros lea indiferentemente los telegramas con los nombres
extraños para nosotros mismos. Vosotros no tenéis régimen soviético, tenéis vuestra tierra, vuestro petróleo, pero la
batalla se libra no solo por nuestro derecho el régimen soviético. Usted sabe
Pablo Neruda, que a la cabeza de Francia estaban los radicales. Usted sabe que Giral
y Azaña no eran comunistas. Usted sabe que en Holanda había una Reina y en
Noruega un Rey. Luchamos no solo por nuestro petróleo y nuestra tierra.
Luchamos por algo más grande; por el hombre.
La civilización alemana es una máquina. Los
alemanes se consideran asimismo como una raza superior. Los pueblos de otra
cultura – latina, eslava, anglosajona-tienen que convertirse en esclavos de la máquina.
Los alemanes rehúsan el renacimiento el humanismo de los enciclopedistas
franceses del siglo XIX. ¿Para qué necesitan a un Leandro de Vinci, con toda su
complejidad? ¿Para qué necesitan a Cervantes, Quevedo, Góngora, Rubén Darío,
Machado o Lorca? Tienen la filosofía de Rosemberg, las canciones de los grupos
de asalto y muchos tanques.
Todos los rusos están obligados en las
regiones ocupadas por los alemanes a llevar distintivos de madera colgados del
pecho. Los alemanes quieren privar a los hombres hasta de su nombre; los
convierten en un número. Los alemanes tienen preparados estos distintivos, para
todos, también para los americanos. El
Océano no os servirá de salvación. A vosotros os salvara solo el valor.
Despertaos ante la alarma, y después de la alarma ya no podréis ser despertados
y vuestra américa tiene la ventaja del Océano, pero los alemanes saben atravesar
los mares. Si no se les aniquila ahora se lanzarán hacia el oeste. Inglaterra
será la prueba, luego llegará el turno a América.
Querido
amigo Neruda; Usted ha percibido el olor de la muerte parda, diga a sus amigos,
diga a su pueblo, diga a todos los pueblos de América que llego la ultima hora,
si América no emprende la campaña contra Alemania, Alemania emprenderá la
campaña contra América. La desgracia visita nuestro país. Escribo estas líneas
en Rusia herida u entristecida. Callan las madres que perdieron sus hijos,
callan las mujeres que perdieron sus
maridos, callan las ruinas de las viejas ciudades de Kiev, Novgorod y Pikov, callan los campos pisoteados, callan
las musas, callan las ninfas, callan los niños. Vosotros advertís este
silencio.
¡Arma, no palabras! Si vosotras no lucháis en Europa, la guerra
llegará a América, llegará a vuestras ciudades, a vuestros campos. Yo animo a los soldados valerosos. Me aparto de
la gente confiada. Hoy día aún se puede vencer y vivir. Puede ser que mañana no
os quede solución, a nosotros y a vosotros ¡Vencer o morir!.
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