Escribe: Anibal Arredondo
Eran las doce y media de la noche. Estaba a punto de dormir, sobre mis opiniones y convicciones. Pero, como la vida es una bondadosa maestra, me desperto y se fue el sueño. Entonces me puse a escribir en una tentativa de recordarles a los lectores que ya conocen esta historia.
Escribir es una práctica espiritual con la que convivo en armonía, pese a mis imperfecciones que las reconozco.
Se trata de recordar la obra de dos personalidades singulares de la humanidad ; que se propusieron conquistar por primera vez, cada uno por su lado, y en una lucha entre ellos, el extremo sur de la tierra, LA ANTÁRTIDA O CONTINENTE BLANCO:
Uno de nacionalidad británica; Scott. y otro Noruego Admunsen.
En el año 1911, del siglo pasado XX, estos dos hombres vieron que este continente era inalcanzable, por su localización, al estar a 1000 km. del punto continental al más próximo, y a las masas de hielo que las rodean; que ahora posiblemente estén afectadas por el calentamiento global de la tierra.
La Antártida ocupa 14 millones de km. cuadrados, y en el invierno el hielo se extiende sobre 20 millones de km. cuadrados. Esta barrera helada, solo se habré durante dos meses del verano austral, entre enero y marzo. En ese escaso tiempo, los barcos de Scott y Admundsen, deberían llegar, desembarcar, y volver inmediatamente. A partir del rápido retorno las expediciones quedaron incomunicadas.
La ruta al Polo Sur, tiene tres tramos diferenciados. El primero discurre unos 600 km. sobre la plataforma del hielo llamado "Ross", superficie de nieve y hielo perfectamente horizontal, y para acceder al continente propiamente dicho, se debe hacer a través de los transantarticos, unos 200 km. de ascenso.
Fue en esta fase donde los expedicionarios, ingles y noruego se separaron. Scott marcha atraves del glacial, que el hombre todavía no había osado abrirla, y Amundsen, decide arriesgarse, por un lugar, sin saber, si había una salida detrás de las montañas .
Este tramo se prolonga unos 500 km. por la meseta Polar hasta el llegar a la meta.
Este desafío debe haberse tratado de dos métodos de exploración, en la que paradójicamente salió vencedor el enfoque tradicional de Amundser; por qué él aprendió de los esquimales a vestirse con pieles de animales, que aunque eran muy pesados, mantenían el cuerpo caliente. Su equipo estaba formado por expertos esquiadores, y hábiles conductores de trineos. Eligio perros como animales de tiro, que también fue un gran acierto. Pues los perros soportaron sin dificultad el frío, la nieve que les cubría les servía de aislante, no requería llevar alimentos para ellos, pues comían carne de pingüinos y focas. Los noruegos, con el rápido avance de los perros y los esquíes ganaron la carrera al Polo.
El británico Scott, llevó como novedad, trineos metálicos, que se averiaron casi al principio. Scott uso ropa de lana, y un tejido impermeable transpirable, comercializado con el nombre "BURBERRY". Scott solo tenía piel en los guantes y botas. Llevaron caballos siberianos para jalar los trineos. Los caballos avanzaban lentamente y no soportaron el frío a más que necesitaban toneladas de forraje para alimentarlos.
El 14 de enero de 1911, las dos expediciones llegan a la misma zona de la Antártida, a la plataforma de hielo, donde instalaron sus bases. Cada expedición mantienen una distancia de 800 km. la una de la otra.
El 19 de enero de 1911, los dos grupos parten con 5 días de diferencia, en dirección al Polo, recorren aproximadamente 1500 km. de marcha extenúante.
El 17 de enero de 1912 hacia el Polo Sur y Scott encuentra la bandera y tienda de los noruegos, que habían llegado el 14 de diciembre. Amundsen atraviesa la plataforma de hielo de vuelta a la base.
El 29 de marzo de 1912 Scott y dos de los miembros de su equipo son atrapados por una tormenta; mueren de hambre y frío ya de regreso, a escasos 18 km. del depósito de víveres, lugar en el que otros dos compañeros habían perecido.
Si hubieran sobrevivido, hubieran contado una historia que hablase de coraje, de entereza, que hubieran conmovido a la humanidad. Estos mártires dejaron improvisadas notas en sus diarios de viaje: "Nuestros cuerpos sin vida no hay quien los cuente" El diario del capitán Scott, contiene el dramático testimonio de los últimos momentos de hombres enfrentándose a muerte avisada, y pese a circunstancias difíciles, escribe una conmovedora y al mismo tiempo espantosa literatura.
"Ya no puedo escribir más" En sus últimas palabras desgarradoras, pide ayuda para su familia. POR AMOR A DIOS, CUIDA DE LOS NUESTROS".
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