14/12/08

"El Uma" (Cabezas Humanas Danzantes), relato Folklórico macabro

Escribe: Anibal Arredondo A.
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Es natural llegada la tercera edad el síndrome de insomnio, hace las noches largas y aburridas. Pero en ves de tratar de poner la mente en blanco y conciliarse con el sueño retrocedo el tiempo y los recuerdos llegan unos tras otros como si se suscitaran ayer, dándome lugar para narrar algo que en muchas décadas no la puedo olvidar.

¿Como no recordar al pueblo de Haquira de tiempos pasados, de amplia plaza, callecitas empedradas, templos erguidos desafiando al tiempo desde los años 1700 cuando llegaron los hispanos en pos de tesoros guardados en las entrañas de la montañas; casitas en filas desordenadas techadas de paja y muy pocas de teja como señal de haber sido un pueblo colonial. Cuando cae la nevada se ponen canosas al derretirse cuando el sol calienta, y al caer el día caen gotas de las gruesas pajas como lagrimas amargas después de un perdón con generosidad olvidando la ofensa.

--Anselma mujer afanosa, ágil, autoritaria, ordenando a cuanta servidumbre a su servicio dispone calentar el horno y amasar el pan moreno de cada día suficiente para abastecer a cuantos lo esperarían en la lejana estancia en las faenas de esquilar ovejas; alistar la vituallas necesarias para afrontar la gélida puna. Habían llegado del ahijadero los rechonchos caballos de paso llamados “costeños” por ser adquiridos de comerciantes Arequipeños. Listo el herrador para cambiarlos los deteriorados herrajes a medida de casco merced al rojo carbón de la fragua.

Llegado el día para emprender el viaje, temprano y afanosos se ensillan las bestias con esmero y afición. Anselma escoge la mula negra de mucha confianza y segura en pisar; su vástago escoge entre muchos el “colin castaño entero de ancha grupa, cuello corto, ojos vivaces ligero para los culebreos que pudiera exigirle durante el camino dado el capricho de su corta edad.

El camino es largo y tortuoso, dura subida para alcanzar la pampa y la puna, donde solo se escucha el cantar del viento en las alas de los sombreros faldones. El pisar de los caballos en la roca desmenuzada causan un chirrido agudo como quien compasa con el tintinear de sus roncadoras (espuelas).Llegada el medio día para del vitute, escogen un lugar con basto pasto para el alimento de los caballos, descansan de cuerpo sobre la verde moya después de disfrutar el frió fiambre de chuño blanco y trozos de carne mechada. Era hora de continuar el viaje; quedaban largas horas para llegar a Hacienda Huasi (casa hacienda) y debían ganar el tiempo.

Por fin a la distancia divisan una amplia casa de tradicional portalito en medio de pastizales amarillentos quemados por la helada. Los perros ladran y los pastores afanosos encienden el fuego en la cocina tiznada de hollín por efecto de la bosta; aseguran uno y otro perro bravo para evitar cualquier percance con los recién llegados. Saludos por acá y por allá. Buenas tarde mamitay, niñuchay, bien venidos de tiempo, las habitaciones están listas, pueden ocuparlas. Los niños de pies y caras rajadas quemados por el frió, esperan el regalo del pan, uno que otro dulce e higos secos traídos de valles Arequipeños.

Llegado el ocaso del sol, por la loma cercana aparece el rebaño de ovejas pastoreada por Asunta Condorí, buena estatura, algo entrada en edad, vestida de camisa color carmesí de bayeta, chaqueta azul y polleras oscuras con atado de una Llicclla multicolor (tejido) en la espalda. Llegada la noche comenta en son de queja, que se sentía asustada por las constantes visitas del UMA (Cabeza Humana) especialmente en noches de plenilunio.

Al interrogarla ¿que era el Uma?, ¿Qué hacia, de donde venia? Ella dice: Nosotros mamitay en nuestra estancia vivimos reducidos a una sola habitación que nos sirve para todo uso común, y al conciliar el sueño cansados de las labores agrícolas y pastoriles siempre hay algún miembro de familia que EMITE RONQUIDOS por toda la noche perjudicando nuestro descanso. Nosotros no podemos despertarlo por que seria causarle la muerte, por que si ronca es por ha salido su cabeza dejando su cuerpo en cita por otras cabezas que se reúnen en pampas y lomas a la luz de la luna para kashuar (danzar) unidas por sus cabellos a ras del suelo, rondas efectuadas en la musica que emite el viento y canturreando en voz grave por los Umas Kill-Kill-Kill-Kill. La danza dura hasta horas pasadas de la media noche, hora que retornan a sus casas y retomar sus cuerpos con lo que dejan de roncar, señal que indica el retorno de la cabeza, por lo que recién pueden interrogarla por que había roncado tanto.

Muchas veces se ha encontrado espinos, pastos secos con cabellos humanos sin saber explicar de donde provienen. Asunta hacia recuerdos y dijo: que hace un mes mas o menos Julio Quispe vecino de la cercanía comunidad se había equivocado de hora al tratar de madrugar al pueblo a abastecerse del Kachi (sal) Ucho (aji) y otros para su sustento; y al cruzar la pampa blanqueada por la helada visualizó una ronda de cabezas danzando unidas por los cabellos.

Quispe había quedado estupefacto atinado echarle cruces hecha con sus dedos. Los Umas al notar al intruso comenzaron desprenderse y rodar por la pampa en diferentes direcciones. Pero, una había sido atrapada por el Kanlli (pequeño arbusto espinoso), sin lograr salir de la trampa pidió auxilio declarando su nombre y apellido y al favor resarciría con el pago que interlocutor pidiera, Quispe presa de pánico se acerco y constato que era su vecina Juana Salvador, a quien soltó quedando entre sus manos cantidad de sus cabellos. El Uma comenzó a volar Kill-Kill-Kill-Kill llegando tarde a la casa donde había dejado su cuerpo por la lejanía del lugar, siendo sorprendida por el alba del día.

Sus familiares habían despertado comprobando que el cuerpo de Juana se encontraba sin cabeza y el cuello sangrando. El estupor hizo que sacaran ceniza del fogón con lo que untaron al cuello sangrante. En pocos minutos llego la cabeza sin poder adherirse a su cuerpo por estar cubierta de ceniza dejando de existir en el momento en vista de la familia aterrorizada. Ella fue enterrada en una lejana apacheta por morir en mala muerte y no merecer un cementerio del Ayllu.

Anselma y su vástago con los oídos aguzados y los pelos crispados de terror en medio de la oscuridad de la noche seguían dialogando con la mujer; quien decía no mentir por ser creyente en Dios creador del universo y el Apu Orqontaki, y que cada semana Santa bajaba al pueblo llevando un carnero cebado al taita Cura Quispinga, quien intercedería ante el supremo y ser perdonada de cualquier pecadillo y recibir la Santa comunión. Comenzó a lloriquear y picchar algunas hojas de coca continuando con el tema; Secándose las lagrimas con la tosca unkuña (pequeño tejido); No solo eso mamitay replico!, acá en esta casa de respeto quede sola cuidando el rebaño, mis hijos habían viajado.

Cuando dormía profundamente desperté al notar que las ovejas balaban asustadas arrinconándose a la tapialera; Pensé en el Atoq (zorro), pero no. A la entrada del callejón se escuchaba el Kill-Kill-Kill del Uma, razón que los perros habían quedado mudos entrando bruscamente a mi habitación; solo atine a atizar el fuego en mi Kqoncha (cocina de barro) y rezar el Apuyaya Jesucristo (salve nuestro) enseñado por el Sr. Cura.

La fogata prendió e hizo humo, los Umas que intentaban kashuar en el patio se desparpajaron cual perdices en el aire. Yo había quedado sin aliento junto a mis perros, tomando conciencia a la voz de una vecina que me había visitado…...Y así acaba este relato macabro.

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