14/12/08

La Vanidad de la Zorra - Cuento Andino I

Escribe: Anibal Arredondo A.

Allá en la inmensidad del ande, vivía una Zorra vieja y achacosa, acostumbrada a despertar cada día con distintos dolores; pensaba que era el zarpazo de la muerte dejando en la orfandad a diez cachorritos fruto de esta ultima camada.

La bestia cambió de humor y dijo: Que la edad no es la que uno tiene si no lo que uno piensa. Puso manos a la obra y salió de larga jornada en busca de alimentos; los cachorros pidieron comida y no quedaba más que unas gotas galas de leche en sus mamas por no haber probado alimento alguno hace días...Arengo a sus pequeños quedarse tranquilos volvería pronto trayendo carne fresca, era experta cazadora y colaboraron portándose bien durante su ausencia.

La zorra antes de partir los abrigó en su madriguera dejándolos dormidos. Partió por montañas agrestes cuya aterradora belleza entre pajonales y lagunillas la animaba soportar el hambre devorador.

Jadeaba cansada y decide descansar oculta en un hoyo, por si alguien pase y caiga en su trampa, satisfacer su hambre y la de sus crías que esperaban la vuelta de mamá.La vida de la zorra se hacía un desierto, pensaba en su edad dura y difícil, le abandonaban sus fuerzas, vivir y ver que no siempre encontraba siquiera carroñas menos un inocente corderillo para el festín en sus cumpleaños, osar en visitar un redil era recibir una lluvia de balas que muchas veces había chamuscado su pardo lomo.

En medio de la niebla, pronto divisó que de una peñolería una Huallata y pareja (aves palmípedas) desgalgaban sus polluelos del alto de un peñón al profundo suelo; algunos al caer quedaban desmayados, otros revivían y piaban desorientados, mientras los padres agotaban la tarea sin dejar a ninguno en el nido. La zorra sorprendida dijo ¡hé aquí mi festín! son tantos indefensos, ahora podré llevar uno para cada uno de mis cachorros. Las huallatas sin advertir el peligro reunieron a sus pichones enfilándolos de uno, el padre guiaba orgulloso hacia la inmensa laguna oscura como la noche.

La astuta aseguraba el momento para el ataque, luego pensó estar alucinando al ver a las avecitas con las patitas coloradas, se limpió las lagañas y rampó a observarlas; convencida de que eran naturales dijo ¿que vanidad de estas, comprarles medias rojas para diferenciarse de sus semejantes?.

Exclamo ¡mala suerte la mÍa! ¿Por qué tengo que ser yo tener hijos feos, peludos y oscuros que solo viven de carne? Mientras éstos solo de pasto verde, agua y sin trabajo alguno? ¡injusto protestó la zorra!. Recapacitó y dijo que en la vida todo tiene remedio, salto del hoyo ágilmente y las huallatas corrieron a la laguna logrando llegar todas menos la madre que esperó al borde desafiando a su perseguidora. La zorra mostrándose humilde gritó: Señora Huallata no se asuste, no soy mala solo tengo fama, tampoco me gusta vuestra carne; yo también tengo cachorritos y no quisiera que nadie les haga daño alguno. Por favor deme oportunidad para preguntarle. La astuta planeaba sacarle el secreto y luego matarla.

La Huallata desconfiada aceptó la propuesta prevista para volar en la traición que auguraba. Le dijo, perdone la indiscreción que no puedo callar, de ver la belleza de sus hijitos, pues los míos son feitos y nadie los admira. La Huallata contestó; Señora Zorra, me gusta sus sinceridad, ahora va el consejo y escúchelo. Inmediatamente nacidos mis pollitos, sacamos terrones y pircamos un horno, se caldea hasta alcanzar las más alta temperatura y luego se les entierra ¡es todo! Verá Ud. Cómo sus hijitos saldrán con las patitas coloradas igual que los míos. La zorra agradeció que, había comprendido la lección dado su alta inteligencia y que pondría en practica inmediatamente; diciendo esto saltó al cuello de la consejera que felizmente esquivó, la Huallata voló a la laguna, de risa de haber engañado a una que toda su vida había transcurrido haciendo fechorías.

La zorra volvió a su madriguera cogiendo algunas carroñas encontradas en el camino con las que contentó a sus hijos; Luego anotició que en breve serían los zorritos mas bellos de la comarca. Los inocentes aceptaron, engrieron a su madre retozando al contorno de las pajas bravas que cubrían su cubil. La zorra preparó los terrones, pircó el horno, caldeó con leña seca y enterró a su hijitos, buscó su reloj solar un monolito de piedra y calculó la hora escarbó el horno y de sus hijos solo quedaba cenizas.

Ella lloró amargamente prometiendo vengar hasta la muerte; el zorro padre acababa de llegar de largo viaje y al ver lo sucedido coléricos emprendieron camino a la laguna. Disimularon su cólera y llamaron a las huallatas rogando acercarse a la orilla, que venían a agradecerles y entregarles un presente. Las huallatas contestaron no conocerlos internándose al profundo lago. Los zorros impotentes blasfemaron y planearon secar el agua solo bebiendo y bebiendo y así consumar su venganza, cuando de tanto beber reventó sus barrigas muriendo en aras de su vanidad.

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